¿Qué pérdida duele mucho más? La mayoria de las veces consigo exactamente la misma contestación a esta pregunta: «La pérdida mucho más dolorosa es la pérdida de un hijo, no es natural».
* Puedes proseguirla en su página web, Saca la Tarjeta de Papá, un emprendimiento de capacitación en crianza, pero enfocado a papás y mamás. Tenemos la posibilidad de meditar en pocos acontecimientos tan desgarradores como la desaparición de un niño. Es un hecho impensable que va en oposición a la naturaleza. Según la ley natural, los hijos tienen que subsistir a sus progenitores. Esta iniciativa está intensamente arraigada en nosotros. De ahí que, entre otras muchas cosas, es especialmente bien difícil desde la visión de ser madre, padre, pareja sobrepasar una pérdida tan esencial en la vida. Y de ahí que no hay una palabra para una madre o un padre que ha perdido un hijo, si bien existen algunas que charlan de personas que perdieron a sus progenitores (huérfanos) o mujeres que perdieron a sus maridos (viudas). Semeja que no hay forma de detallar el horror de semejante experiencia. En el momento en que un niño muere, comienza un desarrollo de desafío en la familia. El desafío es una sucesión de etapas vividas frente a la pérdida de un individuo cercano, cuyo propósito es integrar la pérdida en la vida. Vive esta experiencia sin paralizarte. Cada individuo puede presenciar este desarrollo de forma muy distinta a otra. La manera de expresar el mal es algo particular y también íntimo que no debe censurarse ni criticarse si no se entiende. El desafío puede ser difícil, en dependencia de las situaciones de la desaparición del niño, si fue beligerante o, por contra, un incidente. Tiende a ser mucho más simple comprender una muerte causada por situaciones eventuales que no comprometen culpa de absolutamente nadie que que alguien hiera intencionadamente al niño. Las ideas de justicia y destino que tiene cada integrante de la familia tienen la posibilidad de verse con seriedad perturbadas, exactamente la misma las opiniones, si la familia es fiel. La primera cosa que pasa en el momento en que escuchas la novedad tiende a ser un enorme shock psicológico. Especialmente cuando la desaparición llega de pronto, sin poder preverla ni prepararse lo más bien que se pueda. Es como un golpe fuerte, un susto horrible. Denegar que algo de esta manera ha podido haber sucedido es una parte de las defensas humanas y va a ser algo natural. Los sentimientos de desesperanza, confusión o entumecimiento son a la perfección normales y asimismo suceden poco tras oír la novedad. La vida se rompe, se detiene, no tenemos la posibilidad de proseguir con la rutina, con lo mundano, y debemos dejar de sentir todo cuanto nos pasa y abrazar la realidad. Que nuestro hijo por el momento no está y no volverá. Muchas mamás y progenitores están atormentados por la iniciativa de no poder resguardar a sus hijos, esto es, no poder salvarlos de este fin. Entre las funcionalidades de la familia es resguardar a sus hijos de cualquier riesgo y por este motivo tienden a culparse o culparse a sí mismos, si bien las causas de la desaparición estén completamente fuera del control de los progenitores. De a poco, las conmuevas se alivian y se admite la pérdida. No hay un tiempo concreto para «finalizar» el desafío, pero se calcula que en precisamente un año la situación ha de ser asimilada y deberían poder continuar con su historia. Eso no significa en absoluto que uno no sienta mal en el momento en que recuerda al hijo que se fué, pero sí quiere decir que el mal debe existir disminuido lo bastante como para lograr proseguir adelante con su historia. Hay mamás y progenitores que procuran una contestación a eso que les pasó, una explicación que los logre agradar ante semejante catástrofe. No obstante, habitualmente esto no es de esta manera, singularmente en el momento en que un niño muere por patología o incidente. Absolutamente nadie tiene la culpa y hay que sospechar que habitualmente la desaparición aparecerá de súbito y para la persona menos aguardada. El próximo paso, en el momento en que las conmuevas sean menos dolorosas, sería intentar reconstruir la vida. Un hijo es una exclusiva ilusión, un emprendimiento de vida que una mujer vive sola o con otra persona, su pareja. Desde el instante en que muchas mujeres quedan embarazadas comienzan a imaginar de qué manera va a ser la vida en el momento en que nazca el bebé, de qué manera va a ser, cuánto tiempo van a pasar con él, de qué forma medrará, de qué manera va a ser su personalidad. Toda esta novedosa situación construida con el pequeño se anulará en el momento en que muera y puede perjudicar a la pareja si la hay. Por este motivo, debemos crear un futuro en el que haya promesa y nuevos proyectos. Hacer algo enternecedora con lo que vivir tras la desaparición de su hijo Muchas mamás y progenitores no semejan opinar que están en su derecho a reconstruir sus vidas tras una pérdida tan enorme, pero es viable. El recuerdo y el cariño por el hijo que no está siempre y en todo momento va a estar ahí, pero la iniciativa es que venga del cariño y del amor y no tanto del mal. El cariño te deja crear algo nuevo, pero el mal te paraliza y no te permite continuar. Hay parejas que se apartan tras la desaparición de un hijo pues no tienen la posibilidad de estar comunicado y comprender de qué manera se siente el otro. En ocasiones uno culpa al otro por la desaparición del hijo y esto puede ser psicológicamente mortal para un individuo y asimismo terminar con sus proyectos de pareja. Si la pareja tiene otros hijos, tienen la posibilidad de ser un óptimo fundamento para regresar a la vida diaria, es requisito cuidarlos, resguardarlos y asistirlos a entender la situación. Hay que ser fuerte para ello y frecuentemente la pareja precisa asistencia externa de familiares, amigos y a veces expertos. Los hermanos asimismo precisan plañir y desplazar poco a poco al hermano fallecido a un espacio donde no les genere tanto mal. Esperemos absolutamente nadie tuviese que pasar por una experiencia tan dolorosa como esta, pero aun si pertence a las mucho más desgarradoras que hay, la vida puede proseguir.
Manifestaciones de desafío
El desafío por la desaparición de un hijo o hija experimentará cambios en distintas dimensiones:
Múltiples Los cambios se sienten a nivel sensible y con distintas magnitudes. Puede sentirse negado, singularmente al comienzo. Enorme angustia, tristeza, furia, irritabilidad, estado de alarma alto, convulsión, desapego, falta de emoción, desinterés, contrariedad para concentrarse, un sentimiento de aburrimiento, culpa, frustración… Es posible que no sientas o aprecies todos estos sentimientos, pero los sientes. la mayor parte de ellos
Qué desafío duele mucho más
En el momento en que formamos parte en la terapia de desafío grupal pudimos ver como entre las intranquilidades del conjunto es comprender qué pérdida duele mucho más. En la situacion del conjunto de desafío, la preocupación tiene mucho más que ver con el papel que tiene cada participante y el orden de relevancia o prioridad. De todos modos, es tal y como si estuviesen opinando sobre qué integrante del conjunto tiene mucho más derecho a la atención del terapeuta o quién merece o precisa mucho más atención.
En algún instante de la terapia es común que entre los competidores lleve a cabo comparaciones. Reproduzco una síntesis de lo que podría ser un diálogo real en un conjunto de desafío:
Para sobrepasar la desaparición de una madre, hallar tu paz y ofrecer un nuevo sentido a tu vida
Cada pérdida nos hace lamentable . Te ordena a reelaborar varias cosas. Es una mueca en nuestra vida, eso es verdad. No obstante, para sobrepasar la desaparición de una madre, es requisito que de a poco hallemos nuestra paz. nuestro equilibrio. Y todo el planeta lo halla de alguna forma. Ciertos se dan cuenta de que debe cambiar su historia para tener un mayor propósito y concepto.
Con la pérdida de un individuo cercano tomamos conciencia de nuestra impermanencia y esto nos empuja a vivir con mucho más sentido. Asimismo honramos a nuestras mamás.
Exprésate
Es precisamente lo opuesto de esconder lo que sientes. Sé sincero contigo y con el resto: si no andas bien, no lo andas. Y es de manera perfecta habitual que no lo sea.
La familia tiende a ser un pilar esencial en estas situaciones y hay personas que pasan por lo mismo que tú por la relación con tu madre y que pueden ayudarte.
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